británico J. R. R. Tolkien para las historias de su legendarium.
Fueron creados por Aulë en la oscuridad de la Tierra Media, pues deseaba la llegada de los Hijos de Ilúvatar,
los Elfos y Los Hombres, y tener discípulos a quienes enseñarles su ciencia, su
artesanía y no estuvo dispuesto a aguardar el cumplimiento de los designios de Ilúvatar. Los creó fuertes e inquebrantables, empeñosos, rápidos en la amistad y en la enemistad, y soportaban el trabajo y el hambre y los dolores del cuerpo más que ninguna otra criatura que tenga el don de la palabra y de larga vida, pero no para siempre. Temiendo que los otros Valar se lo reprochasen, trabajó en secreto, e hizo primero a los Siete Padres de los Enanos.
Sus temores no eran infundados, pues Ilúvatar, que conocía lo que Aulë estaba haciendo, le interrogó sobre el asunto, y
le reprochó que hubiese hecho algo que estaba fuera de su poder y autoridad.
Aulë, enfadado consigo mismo, se excusó y ofreció la vida de los enanos a Ilúvatar, pero al mismo tiempo
levantó su martillo, diciendo que él mismo los destruiría, pues eran la obra de su presunción. Los enanos se estremecieron y
suplicaron mientras Aulë lloraba. Viendo esto, Ilúvatar lo detuvo, diciéndole que aceptaba su existencia, pues esas criaturas
tenían vida y voluntad propia, de lo contrario no hubiesen suplicado por sus vidas. No obstante, Ilúvatar prohibió que los
enanos llegasen antes que los Primeros Nacidos, su propia creación, diciéndole:
(...) dormirán bajo la piedra en la oscuridad y no saldrán de ella hasta que los Primeros
Nacidos no hayan despertado sobre la Tierra ; y hasta ese momento tú y ellos esperaréis, aunque la
espera os parezca larga. Pero cuando llegue la hora, yo mismo los despertaré y serán para ti como
hijos; y a menudo habrá disputas entre los tuyos y los míos, los hijos de mi adopción y los hijos
de mi elección...
Entonces Aulë tomó a los Siete Padres de los Enanos y los puso a descansar en sitios distintos y apartados; y regresó a
Valinor, y esperó mientras los largos años se prolongaban.