El auge de las señales de tráfico está ligado al rápido aumento del tráfico automovilístico, sobre todo en Estados Unidos después de que Henry Ford introdujera el modelo T en 1908 y lo comenzara a producir en serie a partir de 1913. Por primera vez, los coches eran baratos y lo suficientemente fiables para los desplazamientos en conjunto.
La palabra semáforo proviene del griego σῆμα (sema), que significa señal, y φόρος (foros), que significa portador, es decir, un semáforo es lo que "lleva las señales".
En castellano, hace siglos, se llamaba semáforos a las torres de señales, que se extendían por todo el territorio, desde las que por medio de señales ópticas ( luces de noche, banderas de colores de día ) se comunicaban las noticias importantes, más deprisa que con un caballo al galope. También se llamaba así a las estaciones desde las que se trasmitían las señales del telégrafo óptico establecido en las costas y en los puertos y cuyo objeto era dar a conocer las llegadas y las maniobras de los buques que venían de alta mar o navegaban a la vista o bien darles a conocer avisos urgentes por medio de bolas o de banderas o recibirlos de ellos. El semáforo consistía en un elevado mástil en el cual los vigías efectuaban las señales por medio de travesaños con la expresadas bolas o bien con banderas y, si era de noche, con linternas. Por lo general, los semáforos estaban en comunicación con las estaciones telegráficas cercanas.
Actualmente, un semáforo se puede considerar un dispositivo mecánico o eléctrico que regula el tráfico de vehículos y peatones en las intersecciones de caminos.
El diccionario de la Real Academia Española define el semáforo como:
[…] Aparato eléctrico de señales luminosas para regular la circulación. […]
El 9 de diciembre de 1868 se instaló el primer semáforo en Londres. Fue diseñado por el ingeniero ferroviario John Peake Knight, quien se basó en las señales ferroviarias de la época.