Fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79, aunque hay pruebas que indican que pudo haber ocurrido más tarde en otoño o invierno. A partir de los trabajos arqueológicos realizados en 2018, esta pudo ocurrir el 24 de octubre. Muchos de sus habitantes fallecieron debido al flujo piroclástico. En sus proximidades se levanta la moderna y actual ciudad de Pompeya.
El origen del topónimo de Pompeya es incierto. Como posible etimología se halla la que cuenta Solino, recogida en Baltasar Manteli:
...añade que Hércules al partir victorioso de España, entró en la Provincia de Campania, llevando como en pompa los bueyes que había robado y que por razón de esta pompa dio el nombre de Pompeya a la ciudad que edificó...
Otra teoría, también clásica, hace derivar el nombre del osco pumpe (cinco), deduciendo que la ciudad se había formado a partir de cinco aldeas. El geógrafo Estrabón, por su parte, propuso otra etimología al mencionar que Pompeya estaba situada cerca de un río que servía para «recibir las mercancías y expedirlas» (en griego, εκπεμπέιν, ekpempein).
Los orígenes de Pompeya son discutidos. Los restos más antiguos hallados en la ciudad son del siglo IX a. C., aunque estos son de tal naturaleza que no demuestra que ya existiera un asentamiento allí. Como quiera que fuese, la mayoría de los expertos está de acuerdo en que la ciudad debía de existir ya en el siglo VI a. C. con las dimensiones que tenía en época histórica y estar ocupada por los oscos, uno de los pueblos de la Italia central, según confirma Estrabón en su Geografía.
Desde el siglo VIII a. C. habían existido colonias griegas en la región, destacando la importante ciudad de Cumas, al otro lado del golfo de Nápoles.