Patriotismo - rompecabezas en línea

El patriotismo es un pensamiento que vincula a un individuo con su patria. Es el sentimiento que tiene un ser humano por la tierra natal o adoptiva a la que se siente ligado por unos determinados valores, afectos, cultura e historia ; es el equivalente colectivo al orgullo que siente una persona por pertenecer a una familia o también a una nación. El exceso en la defensa de una patria es denominado chovinismo; mientras que otros términos relacionados son jingoísta y patriotero.

El patriotismo en la Europa de la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII)

Según Xavier Torres, «el patriotismo de la Europa moderna tenía que ver más bien con la res publica, su estructura constitucional, y los privilegios o las libertades corporativas de la misma antes que con cualquier género de etnicismo o reivindicación política de ciertos rasgos ―o agravios― de índole cultural. (…) El auge del patriotismo en la Europa moderna resulta mucho más inteligible en términos de oposición política antes que como un precoz despertar étnico».​

En la Edad Moderna el patriotismo era equivalente a dinasticismo, entendido éste, en palabras de Xavier Torrres, «como un sentimiento de lealtad, adhesión e incluso devoción (en la acepción sacra del término) a un monarca y a su (muy a menudo ) augusta dinastía ». «En cualquier caso ―continua diciendo Xavier Torres ― el dinasticismo fue siempre un vínculo de lealtad personal ; una manifestación de la fidelidad, si no afición, hacia la persona real o imperial».​ Esa lealtad y devoción no se circunscribía a los miembros de la realeza sino que se extendía «a todo un complejo político que abrazaba inextricablemente personas, objetos, símbolos o mitos, y poderes». Así por ejemplo «en la Europa moderna ser austríaco significaba más que nada pertenecer a la Casa de Austria ; una forma, pues, de lealtad dinástica antes que una adscripción territorial o nacional».​

La lealtad dinástica era esencial especialmente en las monarquías compuestas como la Monarquía Hispánica, pues no existía «otro nexo político común entre las diferentes provincias». Así pues, «la lealtad a un mismo rey (y con frecuencia a una misma religión, que por lo general encarnaba asimismo el monarca ) era, en efecto, el único lazo susceptible de mantener unidas las distintas partes del conjunto».​ El dinasticismo (con la identificación entre rey y patria ) no era exclusivo de las élites sino que se extendía por todas las capas de la sociedad, especialmente en las ciudades. Así se refleja, por ejemplo, en las memorias de Miquel Parets, un artesano de Barcelona de comienzos del siglo XVII, en las que escribió que Felipe IV y su hermano el cardenal-infante Fernando eran el «sol y resplandor de la inextinguible… Cathòlica, Cesàrea, Imperial, Real y sempre Augusta Casa de Austria », para escribir más adelante que todos los habitantes de Barcelona (y él a la cabeza ) estaban dispuestos a servir al rey hasta dar sus propias vidas por la patria.​ En el Sermó de Sant Jordi del año 1639 se decía: «Todas tus saetas, ò Cataluña fidelísima, darán en los coraçones de los enemigos de tu Rey … Para tu Rey son las empresas gloriosas, para tu Rey son los riesgos de tantas vidas, para tu Rey son los acrecentamientos de Su Corona, para que seas, como siempre, tenida de tu Rey por el Principado más fiel, y más leal de toda su Monarquía…».​ Ya en plena revuelta de Cataluña un partidario de Felipe IV escribía: el príncipe « no sólo es tutor, cabeça, pastor y esposo de la patria, sino una misma cosa con ella». Otro decía: «en las Monarquías y Reinos, el buen vasallo no nace en su patria, sino en el corazón de su Rey y a él ha de ir todo su amor ».

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