La lengua es hablada principalmente en España e Hispanoamérica; además quedan muy pocos hablantes en Filipinas, y es oficial pero no nativa en Guinea Ecuatorial y en el estado en el exilio de Sahara Occidental. Es hablada también por inmigrantes en muchos países, notablemente en Estados Unidos, donde una parte muy pequeña de las comunidades de hablantes proviene de la época colonial española.
Es uno de los seis idiomas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas. Es también idioma oficial en varias de las más importantes organizaciones político -económicas internacionales —la Unión Europea, la Unión Africana, la Organización de Estados Americanos, la Organización de Estados Iberoamericanos, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la Unión de Naciones Suramericanas, la Comunidad del Caribe, los Estados de África, del Caribe y del Pacífico y el Tratado Antártico, entre otras— y del ámbito deportivo, la FIBA, la FIFA, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, etc.
El español o castellano, como las otras lenguas romances, es una continuación moderna del latín hablado (denominado latín vulgar), desde el siglo III, que tras el desmembramiento del Imperio romano fue divergiendo de las otras variantes del latín que se hablaban en las distintas provincias del antiguo Imperio, dando lugar mediante una lenta evolución a las distintas lenguas romances. Debido a su propagación por América, el castellano es, con diferencia, la lengua romance que ha logrado mayor difusión.
Según la Real Academia Española (RAE), la palabra español procede del provenzal espaignol, y este del latín medieval Hispaniolus, que significa " de Hispania" ( España ).
La forma latina HĬSPĀNĬOLUS procede de la denominación latina de la provincia de HĬSPĀNĬA que incluía a la península ibérica, más bien, de su forma ultracorrecta. Cabe recordar que en latín tardío no se pronunciaba la /H./ La abertura de la /Ĭ/ latina breve en /e/ habría dado por tanto en protorromance: ESPAŇOL(U).
Otra hipótesis sostiene que español procede del occitano espaignon. Menéndez Pidal ofrece otra explicación etimológica: el clásico hispanus o hispánicus tomó en latín vulgar el sufijo -one (como en borgoñón, bretón, frisón, lapón, sajón, etc.) y de *hispanione se pasó en castellano antiguo a españón, «luego disimilando las dos nasales se llegó a español, con la terminación -ol, que no se usa para significar naciones».
La otra denominación, el castellano, procede del latín castellanus, que significa de Castilla, reino medieval situado en la parte central de la península ibérica y origen de esta lengua.
La polémica en torno a los términos «español» y «castellano» estriba en si resulta más apropiado denominar a la lengua hablada en Hispanoamérica, en España y en otras zonas hispanohablantes con uno u otro término, o bien si ambas son formas perfectamente sinónimas y aceptables.
Como muchas de las controversias relacionadas con la denominación de una lengua identificable con un determinado territorio (español con España, y castellano con Castilla, el antiguo reino de donde surge el idioma y se empieza a enseñar en América ), o que lleva aparejada una ideología o un pasado histórico que provoca rechazo, o que implica una lucha en favor de una denominación única para facilitar su identificación internacional y la localización de las producciones en dicha lengua (por ejemplo, en redes informáticas), la controversia es extralingüística.