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Un ladrido es la voz más común producida por los perros y sus cachorros. Otros cánidos, como los lobos salvajes, dingos, coyotes, chacales y zorros también pueden ladrar, aunque no es su sonido predominante. Otros mamíferos diferentes, como los marsupiales del género Dasyurus (cuoles o gatos marsupiales), los rumiantes del género Muntiacus (muntíacos, llamados «ciervos ladradores»), varias especies de otarios y los perritos de las praderas emiten sonidos similares que también cabría denominar ladridos.
Onomatopeyas
«Guau» es la onomatopeya más frecuente en español para un ladrido, especialmente de perros grandes. También se documenta en este idioma «gua», «bau» y «jau».
El ladrido de los perros
Aunque los perros descienden directamente del lobo salvaje (Canis lupus), su ladrido constituye una diferencia significativa respecto a su especie antecesora. Aunque los lobos ladran, lo hacen solo en situaciones muy específicas. Según Coppinger y Feinstein, los perros ladran en secuencias largas y rítmicas, pero los ladridos de los lobos adultos tienden a ser breves y aislados. En comparación con los lobos, que nunca Ladran durante horas como un perro doméstico, los perros ladran mucho más frecuentemente y en mayor diversidad de situaciones.
Se ha sugerido que la razón de esta diferencia se encuentra en el proceso de domesticación de los perros por el hombre. Una tendencia mayor a ladrar podría haber sido útil para el hombre como sistema de alarma. La domesticación ha alterado la apariencia física de los perros, de forma que los perros representan un notable ejemplo de neotenia, la retención de características juveniles en los adultos. En varios aspectos físicos ( cara plana, cabeza y orejas grandes) y hábitos (sumisión, vocalización) los perros se parecen más a los cachorros de lobo que a sus adultos.
Los perros ladran por razones muy variadas.