El conflicto comenzó después de que los soviéticos buscaran obtener territorio finlandés, exigiendo entre otras concesiones que Finlandia cediera territorios fronterizos sustanciales a cambio de tierras en otros lugares, alegando razones de seguridad, principalmente la protección de Leningrado, a 32 km de la frontera finlandesa. Finlandia se negó, por lo que la Unión Soviética invadió el país. Muchas fuentes concluyen que los soviéticos tenían la intención de conquistar toda Finlandia y utilizar el establecimiento del gobierno títere comunista finlandés y los protocolos secretos del Pacto Ribbentrop-Mólotov como evidencia de esto,[F 1] mientras que otras fuentes argumentan en contra de la idea de la conquista soviética completa.[F 2] Finlandia repelió los ataques soviéticos durante más de dos meses e infligió pérdidas sustanciales a los invasores, mientras que las temperaturas se desplomaron hasta los -43 °C. Después de que el ejército soviético se reorganizase y adoptara diferentes tácticas, renovaron su ofensiva en febrero y vencieron las defensas finlandesas.
Las hostilidades cesaron en marzo de 1940 con la firma del Tratado de Paz de Moscú. Finlandia cedió el 11 por ciento de su territorio que representa el 30 por ciento de su economía a la Unión Soviética. Las pérdidas soviéticas fueron grandes y la reputación internacional del país se vio mermada. Las ganancias soviéticas excedieron sus demandas de antes de la guerra y recibió un territorio sustancial a lo largo del lago Ládoga y en el norte de Finlandia. Por su parte, Finlandia conservó su soberanía y mejoró su reputación internacional. El pobre desempeño del Ejército Rojo alentó a Adolf Hitler a pensar que un ataque contra la Unión Soviética sería exitoso y confirmó las opiniones negativas de Occidente sobre el ejército soviético.