Los Submarinos japoneses de Primera Clase fueron la base del arma de submarinos de la Armada Imperial Japonesa. Su tamaño medio era superior al del resto de submarinos contemporáneos, e incluían a los más grandes construidos hasta entonces en el mundo durante la Segunda Guerra Mundial, la clase Sen-Toku.
Características generales
Su eslora superaba los 100 metros. Tenían la capacidad de navegar más tiempo sumergidos, y gracias a su radio de acción eran transoceánicos además de ser muy veloces en superficie y montar el considerado por algunos cómo el mejor torpedo de la guerra - el Torpedo Tipo 95 -.
Existían diferentes variantes, algunos podían llevar de uno a tres hidroaviones de reconocimiento o ataque plegados en un hangar en cubierta, otros podían transportar minisubmarinos de ataque Kaiten, o bien ser usados como abastecedores de bases a través del Pacífico, labor en que fueron ampliamente usados.
Algunos de los mayores defectos de estos espléndidos submarinos eran la falta de un sistema de alerta temprana o radar, aunque algunos pudieron montar un radar con posterioridad a los estadounidenses. Otro era la habitabilidad, que dejaba bastante que desear. Los tripulantes se movían entre suministros y al inicio de las singladuras incluso debían trasladarse por encima de ellos de una sección a otra, aunque eso era común en cualquier submarino de su época, y fácilmente susbsanable a medida que los víveres eran consumidos. Resultaban además relativamente ruidosos, por lo que eran sensibles a los torpedos acústicos estadounidenses Mark 24 FIDO, que hundieron submarinos tanto nipones como germanos.
El caso del I-52 es notable, pues fue hundido en medio del Atlántico por un torpedo acústico Fido cuando trataba de escapar de un bombardero basado en el portaaviones estadounidense USS Bogue en medio del Atlántico.