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Fantasía heroica o fantasía épica es un subgénero del género fantástico, principalmente de la literatura, y también presente en la historieta, el cine fantástico y los juegos de rol, caracterizado por la presencia de seres mitológicos o fantásticos, la ambientación ficticia de carácter medieval, antiguo, indefinido o, en cualquier caso, sobre la base de sociedades tecnológicamente atrasadas, y un fuerte componente mágico y épico. Se diferencia del relato fantástico en que los elementos claramente ficticios y los posibles o reales armonizan entre sí, no creando tensiones, sino siendo unos continuaciones coherentes de los otros. El género está malamente asociado a la ciencia ficción, ya que posee rasgos muy distintos, debido a la denominación inicial de science fantasy, pronto sustituida por fantasía heroica, intercambiable en la mayoría de los casos por el de « espada y brujería », inventado por Fritz Leiber en 1966. En una introducción a un libro de Conan se dio una definición que, aunque deja fuera los avances y las tramas de finales del siglo pasado y del presente, da una idea de cómo tuvo su origen:
Se trata de un tipo de relato fantástico cuya acción transcurre en un mundo imaginario -a veces nuestro planeta como en otros tiempos se supuso que era o como acaso sea en un futuro remoto, a veces otro universo u otra dimensión - donde la magia es eficaz y todos los hombres son poderosos, todas las mujeres bellas, todos los problemas simples y todas las vidas aventureras.
Una característica común a gran parte de las obras de fantasía épica contemporánea es que los protagonistas llevan una vida convencional hasta que imprevisiblemente una anomalía cambia sus vidas por completo; convertido en héroe, lucha contra todo tipo de adversidades. Esta característica suele estar presente en la fantasía en general, y tiene su origen en la literatura islandesa y escandinava, donde los protagonistas son casi siempre precoces, niños o adolescentes, diferentes a los demás en algunas características, que para probar sus capacidades emprenden largos viajes donde encuentran aventuras y desventuras y se dan con objetos mágicos y guerras.
Actualmente se habla generalizando de literatura fantástica o fantasía moderna para referirse la fantasía épica, pero esta denominación es errónea, ya que existen obras, escritas y visuales, que aún siendo fantásticas difícilmente se considerarían épicas, estando más cercanas al realismo fantástico. Ejemplos de este error serían ciertos relatos de Julio Cortázar o Jorge Luis Borges, obras de género fantástico pero no del subgénero épico. En los casos en que el tono fantástico se revela en algún momento o al final, mostrándose claramente irreal, tampoco podemos hablar de fantasía épica, pues parafraseando a Cortázar:
Sólo la alteración momentánea dentro de la regularidad delata lo fantástico, pero es necesario que lo excepcional pase también a ser regla sin desplazar las estructuras ordinarias en las cuales se ha insertado.
Origen e historia
Daniel Suárez Pérez, al hablar del origen y las influencias del género, dice textualmente:
La Fantasía Heroica o Fantasía Épica tiene su origen en la literatura del mismo nombre, de la que ya pueden encontrarse referentes en la literatura épica de la Antigüedad, que asimila elementos de los libros de caballerías, principalmente los del ciclo artúrico de leyendas británicas, y que recibe también la influencia de las Sagas Nórdicas y Germánicas y de la mitología árabe, desembocando a finales del siglo XIX en lo que hoy conocemos como fantasía épica.
Por otro lado, el nombre del género lo inventó Fritz Leiber, quien a su vez puede considerarse uno de sus fundadores.
Antecedentes
Este tipo de literatura cumple la premisa de que tanto quien lo escribe como quien lo lee sabe que los sucesos narrados son ficción. De este modo, aunque encontramos literatura aparentemente de este tipo en obras como el poema de Gilgamesh o la Odisea, no se consideran fantasía épica sino épica, ya que los elementos mitológicos o mágicos, como Anu o Istar en el primero o Zeus en el segundo, eran en sus respectivas épocas parte de sendas religiones.
Esta premisa se cumple de forma demostrable por primera vez en el siglo XIII en París, Francia, cuando un autor francés publica una versión de las leyendas artúricas inglesas. De aquí nace la tradición de los libros de caballerías, de los cuales varios contienen los elementos necesarios para formar parte del género que se trata. Un desarrollo posterior, influenciado por la literatura nórdica y germánica, como las sagas, en las que abundan países reales e inventados y conquistas, y la mitología árabe, que introduce durante la Edad Media los dragones, los demonios y otros monstruos en la tradición europea, terminan conformando a finales del siglo XIX lo que se puede llamar sin género de duda fantasía épica.
Formación del género
Además de los relatos del irlandés lord Dunsany, destaca El bosque del fin del mundo de William Morris, publicado en 1894. En este libro se encuentran las características que perduran hasta la actualidad: las criaturas fantásticas, las aventuras, el punto de misterio, los nombres peyorativos, como el del protagonista, apellidado «El Dorado», y sobre todo el ambiente indefinido basado en la Edad Media, producto de las ideas romanticistas que se anteponían a la época industrial.