Catalina II de Rusia - rompecabezas en línea

Catalina II de Rusia

Catalina II de Rusia (en ruso: Екатерина Алексеевна, Ekaterina Alekséyevna), llamada Catalina la Grande (en ruso: Екатерина Великая, Ekaterina Velíkaya; Szczecin (Stettin), Pomerania,[1]​ actualmente Polonia, 2 de mayo de 1729-San Petersburgo, Imperio ruso, 17 de noviembre de 1796 según el calendario gregoriano) fue emperatriz reinante de Rusia durante 34 años, desde el 28 de junio de 1762 hasta su muerte, a los 67 años. Llegó al poder después de derrocar a su marido, Pedro III. Durante su largo reinado, inspirado por las ideas de la Ilustración, Rusia experimentó un renacimiento de la cultura y las ciencias, que condujo a la fundación de muchas nuevas ciudades, universidades y teatros, junto con una inmigración a gran escala desde el resto de Europa y el reconocimiento de Rusia como una de las grandes potencias de Europa.

La vida de Catalina se divide en dos partes, aproximadamente de la misma duración. Entre 1729 y 1762, pasó de ser una princesa alemana a una gran duquesa rusa; de 1762 hasta que falleciera en 1796, fue emperatriz de Rusia. La principal fuente de información sobre su vida son sus Memorias,[2]​ escritas en francés y en inglés.

En su ascenso al poder y su gobierno del imperio, Catalina a menudo confió en sus nobles favoritos, sobre todo el conde Grigori Orlov y Grigory Potemkin. Con la ayuda de generales de gran éxito como Alexander Suvórov o Piotr Rumiántsev, y almirantes como Samuel Greig o Fiódor Ushakov, gobernó en una época en la que el Imperio ruso se estaba expandiendo rápidamente por medio de la conquista y la diplomacia. En el sur, el Kanato de Crimea fue anexado tras las victorias sobre la Confederación de Bar y el Imperio otomano en la Guerra Ruso-Turca. Con el apoyo de Gran Bretaña, Rusia colonizó los territorios de la Nueva Rusia a lo largo de las costas de los mares Negro y Azov. En el oeste, la Mancomunidad de Polonia-Lituania, gobernada por el antiguo amante de Catalina, el rey Estanislao Augusto Poniatowski, fue particionado con el tiempo y el Imperio ruso obtuvo la mayor parte. En el este, los rusos se convirtieron en los primeros europeos en colonizar Alaska, estableciendo la América rusa.

Muchas ciudades y pueblos se fundaron por orden de Catalina en las tierras recién conquistadas, sobre todo Yekaterinoslav, Jersón, Nicolaiev y Sebastopol. Catalina, admiradora de Pedro el Grande, continuó modernizando Rusia siguiendo los lineamientos de Europa occidental. Sin embargo, el servicio militar obligatorio y la economía continuaron dependiendo de la servidumbre, y las crecientes demandas del Estado y de los terratenientes privados intensificaron la explotación del trabajo de los siervos. Esta fue una de las principales razones detrás de las rebeliones, incluida la rebelión de Pugachov de cosacos, nómadas, pueblos del Volga y campesinos.

Catalina recogió el legado de Pedro I de Rusia, «una ventana hacia Occidente en la costa del Báltico»,[3]​ y lo engrandeció, abriéndola en el mar Negro. Pedro importó tecnología, instituciones de gobierno y organización militar y Catalina trajo de Europa la filosofía jurídica, política y moral, además de medicina, arte, cultura y educación.[4]​

El Manifiesto sobre la libertad de la nobleza, emitido durante el breve reinado de Pedro III y confirmado por Catalina, liberó a los nobles rusos del servicio militar o estatal obligatorio. La construcción de muchas mansiones de la nobleza, en el estilo clásico respaldado por la emperatriz, cambió la faz del país. A menudo se la incluye en las listas de déspotas ilustrados. Como mecenas de las artes, presidió la época de la Ilustración rusa, incluyendo la creación del Instituto Smolny de Nobles Doncellas, la primera institución de educación superior para mujeres financiada por el estado en Europa.

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