En la sociedad galilea de la época, era común que un propietario arrendara sus tierras a algún labrador para que las cultivara y le entregara la parte correspondiente de los frutos como pago. A causa de las malas cosechas, los altos impuestos y la tasa de fruto a pagar al dueño, las condiciones de vida de estos labradores eran verdaderamente muy penosas. Se habían producido algunas revueltas contra los propietarios. La situación que describe la parábola era, pues, familiar para los oyentes. Tras el maltrato y muerte de los criados, en una prueba de paciencia con los labradores, el dueño de la viña, para darles una nueva oportunidad y que cambien de actitud, envía finalmente a su hijo. Con mayor alevosía, los labradores sacan al heredero de la viña y lo matan. Para los dirigentes judíos, las palabras de Jesús tenían como referencia inmediata la alegoría de la viña, en Is 5, 1ss (primera lectura de este domingo). En ella, queda claro que el dueño representa a Dios y que Israel es la viña que él cuida. Los dirigentes son los labradores que han maltratado siempre a los emisarios del dueño, los profetas, y últimamente están rechazando a su propio Hijo (Jesús). La parábola termina con una pregunta al auditorio para que se implique y emita un juicio. Los dirigentes, aún sin darse por aludidos, proponen un final con dos indicaciones: acabar con aquellos malvados y entregar la viña a quienes den los frutos a su tiempo. Tomando de nuevo la palabra y con argumentos de la Escritura (Salmo Jesús
En la sociedad galilea de la época, era común que un propietario arrendara sus tierras a algún labrador para que las cultivara y le entregara la parte correspondiente de los frutos como pago. A causa de las malas cosechas, los altos impuestos y la tasa de fruto a pagar al dueño, las condiciones de vida de estos labradores eran verdaderamente muy penosas. Se habían producido algunas revueltas contra los propietarios. La situación que describe la parábola era, pues, familiar para los oyentes. Tras el maltrato y muerte de los criados, en una prueba de paciencia con los labradores, el dueño de la viña, para darles una nueva oportunidad y que cambien de actitud, envía finalmente a su hijo. Con mayor alevosía, los labradores sacan al heredero de la viña y lo matan. Para los dirigentes judíos, las palabras de Jesús tenían como referencia inmediata la alegoría de la viña, en Is 5, 1ss (primera lectura de este domingo). En ella, queda claro que el dueño representa a Dios y que Israel es la viña que él cuida. Los dirigentes son los labradores que han maltratado siempre a los emisarios del dueño, los profetas, y últimamente están rechazando a su propio Hijo (Jesús). La parábola termina con una pregunta al auditorio para que se implique y emita un juicio. Los dirigentes, aún sin darse por aludidos, proponen un final con dos indicaciones: acabar con aquellos malvados y entregar la viña a quienes den los frutos a su tiempo. Tomando de nuevo la palabra y con argumentos de la Escritura (Salmo Jesús
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